Esta actividad de transporte está prohibida según el Reglamento Nacional de Tránsito. Choferes tienen jaladores y hasta vigilantes
En el papel son taxis autorizados, pero en
la calle son colectivos.
En Lima ha comenzado a operar una red de conductores
que obtuvieron un permiso de taxi para terminar realizando una actividad de
transporte prohibida según el Reglamento Nacional de Tránsito.
Estos
choferes aprovechan la dificultad que hay para detectar que están realizando el servicio de colectivo: en plena
ruta pasan desapercibidos como taxis por su color amarillo y los distintivos de
este servicio (casquete, cintas reflectantes); sin embargo, revelan esta
actividad paralela cuando invaden paraderos del transporte formal y carriles
completos para llenar el vehículo con la máxima cantidad de pasajeros que
puedan.
Mientras
un taxi tradicional solo hace una carrera desde un origen hasta un destino, un
colectivero tiene una ruta fija en la que va dejando o recogiendo a pasajeros,
generando tráfico vehicular y peligro en las pistas.
De
acuerdo con la Asociación de Concesionarios de Transporte Urbano (ACTU), la velocidad promedio de los buses en el
sistema de corredores complementarios ha descendido de 13 km/h a 9 km/h en hora
punta entre el 2016 y el 2020, debido a la gran cantidad de colectivos en
minivanes y autos sedán que zigzaguean compitiendo por pasajeros contra ellos.
Otro
de los problemas acarreados por este servicio es que estos vehículos tienen un
SOAT para el servicio de taxi, que en caso de siniestro vial no cubriría a los
pasajeros si se comprueba que su actividad de transporte es informal.
Uno de
los paraderos principales de esta nueva red de colectivos está en la cuadra 25
de la vía auxiliar de la avenida Circunvalación, en el cruce con la avenida
Canadá, y que continúa en todas las cuadras siguientes hasta el trébol de
Javier Prado, ocupando un carril completo de la parte exterior de la Facultad
de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Operan
inclusive frente a los policías de tránsito, como ocurrió ayer entre las 8:00
a.m. y las 10:00 a.m.
La
campaña #NoTePases de El Comercio siguió
las rutas de estos choferes. Desde la avenida Circunvalación, una de sus bases
estratégicamente ubicadas entre cuatro distritos (San
Luis, Surco, San Borja, La Victoria), estas minivanes salen hacia las
avenidas Javier Prado y La Marina, e incluso tienen una ruta hasta Lurín por la
carretera Panamericana Sur. El transporte público está prohibido para vehículos
livianos en vías nacionales (carreteras).
En una de sus rutas hacia Lurín dejan a pasajeros en plena carretera (Foto: Lino Chipana) |
¿Quién fiscaliza?
Una de
estas minivanes a las que seguimos, de placa APL-533, tiene una deuda de 1.800
soles en papeletas por haber prestado el servicio de transporte con un vehículo
habilitado para el servicio de taxi pero con una modalidad no autorizada (R05);
por llevar a pasajeros sin cinturón (G28), y hasta por desobedecer las
indicaciones de la policía (M18). El chofer de esta miniván, Juan Mio
Barrientos, tiene un historial de 25 papeletas, 12 de ellas graves y 3 muy
graves.
Pese
a ello, según pudimos constatar ayer, estos choferes operan de la mano con
vigilantes que amenazan o intentan intimidar a quienes se opongan a sus
actividades.
Actualmente,
la fiscalización del transporte público está a cargo de la Autoridad del Transporte
Urbano (ATU); sin embargo, esta entidad
dijo a este Diario que por ahora solo tiene unos 100 inspectores, pues aún no
se realiza la trasferencia de los corredores complementarios y el Metropolitano.
Estos dos sistemas de transporte tienen cerca de mil fiscalizadores más, que
pasarían a la ATU para reforzar la seguridad vial.
Autor: Juan Pablo León Almenara
Fuente: El Comercio
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