Dicen que, en los momentos de crisis, surgen grandes oportunidades. Esto
podría ser aplicado para el transporte en Lima Metropolitana. A
medida que avancen las fases de reactivación económica, más personas dejarán de
estar en sus casas, lo que podría generar que el transporte se convierta
en un nuevo foco de contagio del nuevo coronavirus. ¿Cómo tener un
transporte seguro con distanciamiento físico cuando por muchos años el sistema
ha funcionado bajo la lógica de la ‘guerra del centavo'?
Desde el Gobierno, la presidenta de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), María Jara, ha asegurado que el
transporte recibirá un subsidio. La gran pregunta es ¿cómo podría darse? Los
expertos consultados para este informe indican que para el Metropolitano y
los Corredores Complementarios, la subvención económica es fácilmente
calculable y podría otorgarse rápidamente debido a que son organizaciones ya
estructuradas. Sin embargo, por el lado de las empresas afiliadoras, que son
las que finalmente prestan el servicio a la mayor parte de la población en
Lima, el reto es aún más grande, debido a su alto grado de informalidad y
desorganización.
Una subvención económica al servicio de transporte marcaría el inicio de
una ansiada reforma para dejar atrás el caos en las pistas. Pero eso sí, con
condiciones, señalan los expertos. “Es ahora o nunca”, dice Mariana
Alegre, directora ejecutiva de Lima Cómo Vamos, mientras que Luis Quispe
Candia, de Luz Ámbar, indica que “es la mejor oportunidad” para
cambiar el transporte en la ciudad.
La distribución de la oferta y demanda antes de la pandemia
El cálculo de Luz Ámbar es que de los 20 millones de viajes diarios que
se producían en Lima Metropolitana antes de la pandemia, 1.5 millones viajes
eran cubiertos por el metro, el metropolitano y los corredores. Los 18.5
millones restantes era una demanda atendida por empresas ‘afiliadoras’.
Según una encuesta del Observatorio Lima Cómo Vamos del 2019, un 62.4%
respondió que utiliza transporte público. Esta cifra es disgregada en un 9.1%
que afirma utilizar el Metro, el Metropolitano o los Corredores, mientras
que el 53.3% se moviliza en bus, cúster o combi del sistema afiliador.
Transporte público y la “guerra del centavo”
Si bien se habla del transporte como un servicio público, en la práctica
se trata de una actividad privada. Mariana Alegre nos recuerda cómo ha venido
funcionando el modelo del transporte urbano: “Está basado en la idea de
que choferes y conductores tienen que llenar el bus para poder ganar, porque
están en la ‘guerra del centavo’ y por eso es el ‘correteo’, la mala de calidad
del servicio y el que no quieran llevar a los escolares”.
La pandemia del nuevo coronavirus ha irrumpido en este modelo de
transporte, que no encuentra rentable cumplir con el distanciamiento físico,
una de las condiciones para mitigar el contagio de la COVID-19.
Las autoridades han dispuesto que las empresas puedan sacar el 100%
de su flota y que se garantice que solo vayan a una capacidad del 30%, una
medida que para los transportistas es inviable económicamente.
“Con la flota al 30%, no puede operar, porque no les va a alcanzar ni
para pagar los costos de sacar el vehículo. Lo que no puede ocurrir es que el
sistema de transporte de buses quiebre, si quiebra no tienes cómo llevar a la
gente y, sin eso, no tienes cómo arrancar la economía. Entonces, es
necesario que el Gobierno inyecte dinero para evitar que quiebren los sistemas”,
explica Alegre.
El otorgar un subsidio al transporte urbano, según Alegre, tiene que ir
de la mano con condiciones para las empresas. Por ejemplo, desinfección de los
vehículos, seguridad vial, condiciones apropiadas para manejo, que se
implemente una barrera para aislar físicamente al conductor, entre otros.
El reto del diseño
Juan Carlos Dextre, ingeniero y experto en temas de movilidad, indicó
que para el transporte público no regulado, la entrega de un subsidio es difícil
de operativizar. Dextre propone que la ATU pueda diseñar algunos corredores,
donde no presten servicios las empresas ya reguladas y que se pueda “empadronar
la flota de vehículos más grandes y tratar de llegar a un acuerdo para que
puedan funcionar estos vehículos con menos pasajeros y que el Estado les
reconozca la diferencia”.
En esa línea, se trata de que la autoridad pueda ir diseñando rutas que
reciban la subvención del Estado. “Diseñar un sistema casi con
rutas directas, es decir ,que vayan directo por las avenidas y se interconecten
con otras. Eso lo tiene que hacer la ATU. El transporte público tendría que
estar subvencionado si no, no se da abasto”, sostuvo.
La adquisición de nueva flota para el transporte urbano, dice Dextre,
también podría ser incentivado por el Estado: “La gente no va a invertir
en un bus nuevo para que, en vez de llevar 80 pasajeros, lleve 30 o 40.
Requiere de un incentivo del Estado para que eso ocurra. Es el peor momento
para comprar flota y que se pague con el servicio”.
Un riesgo en estos momentos es que una empresa de transporte quiebre,
apunta el especialista. “El transporte público no puede sobrevivir, llevando la
1/3 de las personas solo porque el Estado le dice que tiene que ser así, porque
es necesario que las personas no se contagien. La gente no puede usar su propio
dinero para subvencionar necesidades del Estado. Especialmente cuando se trata
de un negocio. Tiene que invertir el Estado, subsidiándolo”.
¿Cómo arreglar un problema de tantos años en tan poco tiempo? Mariana
Alegre indica que se puede iniciar pensando en la posibilidad de que la gestión
y el cobro de los pasajes se pueda centralizar. Por el momento, señala, se puede
calcular el costo de la operación de los servicios: “Calculas
cuánto cuesta el vehículo, el chofer por turno, las vueltas, y la gasolina”.
“Se tiene que identificar algún mecanismo, ya sea implementando
de manera exprés un sistema de recaudo. Sumando a las tarjetas
de Metropolitano y ampliarlas para que sea esa la que se tenga que
usar”, agregó.
Alegre anota que la única ciudad donde no hay inversión pública en
transporte es Lima razón por la cual “es un caos. Estamos en el momento de
cambiar las cosas”.
Condiciones básicas
Luis Quispe Candia coincide con Dextre en que los únicos sistemas listos
para recibir el subsidio son el metropolitano y los corredores, porque “ya se sabe
cuántos buses son, a qué hora salen, a qué hora terminan, cuántos pasajeros ha
llevado al día”.
“Vamos a decir que los corredores antes llevaban 500 mil pasajeros y
ahora están llevando 100 mil, entonces hay 400 mil pasajeros menos. Ahí está su
ganancia. Entonces los Corredores pueden exigir que, si antes llevaban 500 mil
y ahora 100 mil y lo comprueban con boletas entregadas, el Estado puede
reconocer quizás no los 400 mil, pero sí 300 mil pasajes”, ejemplificó.
En esa línea, señala que el reto en el sistema afiliador es
complejo: “¿Cómo subsidiarias a una cúster que le pertenece a Juan
Pérez, pero no sabemos si trabaja o no ese día?”, se preguntó.
Quispe Candia plantea que el subsidio para el sistema afiliador debe
estar condicionado a dos elementos fundamentales: el recaudo electrónico y
una caja centralizada. Sumado a eso, se debe incorporar a una planilla a
los conductores.
“Ahí sí se puede establecer un costo de operación. Así la empresa puede
decir tengo tantos buses, he trabajado tantas horas, he recaudado tanto y he
perdido tanto”, indicó.
Para Quispe Candia, es indispensable que la ATU exija esas dos
condiciones mínimas. “Sería peligroso y lesivo a la economía que empiecen a
repartir dinero sin razón de qué. Tiene que justificarse
la operación del vehículo para poder subsidiar”, opinó.
Algunos apuntes
Mientras el tema del subsidio se va resolviendo, Alegre propone que la
ATU vaya avanzando en la implementación de carriles exclusivos para
los buses de transporte urbano. Por su lado, Dextre apunta al diseño de
rutas tipo malla para toda la ciudad y que al mismo tiempo se controle la
demanda, con horarios escalonados de ingreso a los centros de trabajo.
“En realidad lo más fácil que se puede hacer es tratar de definir
rutas norte-sur y oste-este que terminan haciendo una especie de malla para
que la gente viaje un tramo, se baje y suba a otro vehículo. La información no
se tiene y va apareciendo conforme se vayan levantando las actividades. La
situación es dinámica, todo está cambiando”, dijo.